Secreto a voces

Secreto a voces     

He disfrutado de situaciones muy distintas, en lugares muy ingeniosos y con muy diferentes tipos de personas. Es cierto que, hay algunas situaciones que me excitan más por mis propios gustos, deseos o fetiches. Por ejemplo, siempre me ha encantado el cine porno y, por ahora, esta historia que os voy a contar, ha sido la más parecida a una película X, que he podido vivir.

Contactó conmigo un nuevo amigo que, más que querer hacer realidad una fantasía, lo que pretendía era decirle al mundo lo que estaba viviendo.

Quedamos un sábado al mediodía en su oficina, poco antes de que terminara su jornada laboral, para hablar, conocernos y que me planteara lo que quería hacer. Me pareció un poco misterioso, ya que no me dio muchos más detalles por teléfono.

Llegué a las instalaciones, pregunté por él y la persona encargada de la recepción  —ya estaba avisada— me dejó pasar de inmediato.

Nos presentamos, nos sentamos en el sofá de su despacho y comenzamos a charlar tranquilamente, como si nos conociéramos de toda la vida. Era de ese tipo de personas con las que te sientes agusto. De pronto, llamó a la puerta del despacho uno de sus trabajadores.

—Estamos cerrando ya la nave. Nos vamos todos, hasta el lunes —dijo.

—Se me ha ido el santo al cielo, ¿te apetece que vayamos a comer a un restaurante que me gusta mucho y que está aquí al lado? —preguntó.

—Claro, sin problema y así me vas comentando qué es lo que quieres hacer —dije.

Cuando llegamos a la puerta del almacén, estaban los trabajadores de la oficina esperando que nosotros saliéramos para poder cerrar. Entre ellos, había una mujer, morena, de pelo corto, con gafas que no ocultaban sus ojos verdes, labios rojos y carnosos y un cuerpo escultura, el cual llevaba tapado por una blusa blanca de dejaba entrever su sostén, dando forma a su busto esculpido para el pecado. Lucía una falda de tubo negra hasta debajo de las rodillas, que se ceñía a las curvas de su cadera y a su culo respingón e iba subida en unos tacones con plataforma —relativamente cómodos para el trabajo— que la hacían aún más sexy.

—Si no tienes nada que hacer, voy a comer con este cliente. ¿Quieres venirte y vemos cómo lo podríamos organizar con él? —dijo.

Entendí que esa pregunta era alguna clave para que los demás compañeros, no sospecharan de mi presencia allí. Como siempre digo, todos mis relatos los escribo para que se sepa lo que hacen los protagonistas, pero salvaguardando su identidad.

—Me viene bien porque la comida que me había preparado en casa, no me gustaba —dijo ella.

Me pareció el típico comentario que usas cuando estás deseando buscar una excusa para hacer algo.

Llegamos al restaurante donde comprobé que él era cliente asiduo, porque lo trataron como si fuera de la familia. Nos sentamos y comenzamos una conversación muy agradable.  Los dos eran personas inteligentes, sociables y de las que quieres cerca de ti.

—Bueno…, ¿por qué estamos aquí? —dije al traernos la comida.

—Estoy casado con una mujer que está acomodada en nuestro matrimonio y ya no tenemos chispa y me considero una persona muy fogosa —dijo dirigiéndose a mí.

Me sorprendió que hiciera ese comentario delante de la mujer que estaba con nosotros, pensando que no tendría nada que ver con esa historia. Nada más lejos de la realidad. Ella era su amante. Al parecer fui su confidente, ya que nadie más sabía de su secreto.

Los dos eran muy activos —sexualmente hablando— y vieron en mí la posibilidad de decirles al mundo lo que hacían, sin que su identidad estuviera expuesta.

La comida transcurrió ya sin secretos, ni comentarios a medias que me dejaban totalmente descolocado dentro de la conversación.

—Tengo que subir a mi despacho. Se me ha olvidado terminar un informe importante para antes del lunes —dijo él.

Subimos los tres a su despacho. Él se sentó para hacer su trabajo, mientras que ella y yo, nos sentamos en el sofá del despacho a esperarlo y ahí empezó todo.

Él estaba en su mesa, delante del ordenador, cuando ella se levantó del sofá y se acercó a él, poniéndose justo a su lado.

—Si quieres te puedo ayudar y así acabas antes —dijo ella.

—Pues no me vendría mal, la verdad.

Agarró el respaldo de la silla y tiró de ella —girándola— para apartarlo del ordenador, Cuando lo tuvo mirándola, posó las manos en sus rodillas, le separó las piernas para arrodillarse delante de él y así poder tener más fácil el acceso. Desabrochó su cinturón y el botón de su pantalón, bajó su cremallera y metió la mano en su interior en busca del sexo del que quería disfrutar. Le sacó la verga, aún en estado de letargo, y se la metió en la boca.  Comenzó a succionarla para despertar el instinto más salvaje representado en erección. Cuando el miembro ya estaba en todo su auge, le sacó los testículos —aún guardados en su ropa— y comenzó a lamerlos. Su lengua se deslizaba desde sus huevos hasta la punta de su glande, suave y lentamente; estaba realizando un trabajo previo a su propio placer.     

En el momento que aquel pene llegó a su pleno esplendor, se incorporó, levantó su falda de tubo hasta su cintura y se subió encima. La deslizó por su Monte de Venus para después bajar despacito y sentirla dentro de ella, para que él gozara del calor de su interior. Desabrochó los botones de su blusa para dejar ver su canalillo y que él pudiera morderle los pechos mientras que ella subía y bajaba introduciéndose la polla cada vez más rápido.

—Estoy muy caliente, llevo cachonda todo el día y quiero leche.

Palabras mágicas para cualquier hombre.

Él agarró sus nalgas con fuerza para hacer que la penetración fuera más dura y salvaje.

—Sigue, me voy a correr en tu polla.

Las sacudidas del culo en el escroto hacían que sonara uno de los ruidos más sensuales que puede haber en una relación sexual. Ella gemía sin ningún tipo de estupor y a él le encendía escuchar sus gritos, sus gemidos y las guarradas que decía.

—Te voy a llenar entera.      

—Dámelo, me voy a correr contigo.

Ambos gritaron y gimieron a la par, fruto del placer más espontáneo y primario que estaban sintiendo.

A lo largo del día, aquel despacho vio muchas más situaciones de película porno, pero eso os lo cuento en otro momento.



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